El ser humano es una criatura de hábitos, de costumbres, que decían nuestros mayores. Cuando determinadas costumbres se generalizan, hablamos de una cultura: la cultura occidental, la cultura mediterránea o la cultura de la siesta, por citar algunas.

En España, por ejemplo, nos hemos acostumbrado a pagar recibos crecientes de la luz, como si fuera nuestro destino. El recibo de la luz ha subido en los últimos diez años un 76% de media.

Por otro lado, cada vez somos más conscientes de que las energías derivadas de los combustibles fósiles son muy contaminantes y están cambiando el clima del planeta.

Por todo ello, resulta necesario que los españoles vayamos adquiriendo nuevos hábitos, o mejor aún, una nueva cultura de auténtica eficiencia energética.

Eficiencia es simplemente hacer más con menos y esto aplicado al campo energético es conseguir más confort con menos energía.

Si gastamos menos energía, esos recibos crecientes, que venimos pagando como si fuera una fatalidad inevitable, veremos que pueden disminuir de forma considerable.

En esto consiste la cultura de la eficiencia energética, en no conformarse. No hay que pagar cada día más por nuestra energía y además podemos contaminar cada día menos para disfrutar de un mundo mejor.

Más confort, menos coste, “Stop” al cambio climático: Cambiemos de hábitos.